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jueves, 16 de noviembre de 2023

UN FIN DE SEMANA DESCUBRIENDO LA PROVINCIA DE SORIA


Un fin de semana se nos ha quedado corto para descubrir la provincia de Soria, que como bien reza su eslogan: "Ni te la imaginas". Aún así, nos dejamos seducir por el destino y sus atractivos: naturaleza, pueblos empedrados y detenidos en el tiempo, ríos, gastronomía, historia, poesía y tranquilidad para disfrutar de los primeros días de otoño.

Comenzamos por el Yacimiento Arqueológico de Tiermes, situado en el municipio de Montejo de Tiermes. Con Google Maps no hay perdida y además está muy bien señalizado. 

Aparcamos en el Museo en el que se exponen algunos objetos extraídos de las excavaciones y podéis visualizar un documental explicativo. Aquí adquirimos las entradas gratuitas y muy amablemente nos dieron información. Para acceder a la visita volvemos a coger el coche hasta el parking de la ermita de Ntra. Sra. de Tiermes del siglo XII. La entrada es gratuita y libre, aunque nos coincidió con el comienzo de la visita guiada de las 12.30 y elegimos hacerla así. Los guías son los propios arqueólogos y resulta muy interesante conocer de su mano la historia del lugar y las explicaciones que dan los profesionales. Precio: 8€ por persona. Duración: entre 1 hora y hora y media.


El Yacimiento es uno de los mejores ejemplos de la transformación de una ciudad celtíbera a romana y destacan los vestigios de estas dos etapas, siendo la romana cuando se alcanza el máximo esplendor llegando a tener más de 3000 habitantes. A esta época pertenecen la mayor parte de restos localizados: el Acueducto (tiene más de 6 km), la necrópolis, el Foro y los comercios, las Termas, la muralla, la casa del acueducto, las edificaciones rupestres de hasta tres alturas o el graderío rupestre donde se realizaban subastas de ganado. 


Según nos explicó nuestro guía, muchas ciudades actuales son el resultado de la evolución de las diferentes épocas, por lo que es complicado ver ese proceso de transformación tal y como se muestra aquí. 

Se acercaba la hora de comer, así que seguimos hasta nuestra próxima parada: San Esteban de Gormaz, en la ruta del destierro de El Cid. Cuál fue nuestra sorpresa que al cruzar el llamado puente de los 16 ojos, nos damos de bruces con el restaurante que ha sido elegido como el mejor torrezno del mundo 2023. Así que paramos a comer y tuvimos suerte de encontrar mesa libre, ya que mucha gente se desplaza hasta allí para probarlo e incluso llevarse a casa. El menú no era barato, pero no todos los días se come en el restaurante premiado. Por supuesto, pedimos torreznos (bien acertado el premio).

 Justo frente al restaurante hay un bonito paseo donde discurre el río Duero. Este paseo se divide en cuatro zonas: Hangar de Piraguas, Alameda I, Alameda II y La Rambla. Durante el verano se habilita una de las tres zonas de baño que tiene la provincia. Las otras dos son la capital y la playa Pita en el embalse de la Cuerda del Pozo.

Un mural de El Cid junto al puente nos recuerda el paso de éste y la importancia de esta villa de la Extremadura castellana durante La Reconquista, lo que le valió el sobrenombre de La Puerta de Castilla. Traspasamos el Arco de la Villa para adentrarnos en la porticada Plaza Mayor. Si nos fijamos en algunas fachadas encontramos escudos heráldicos, sillares visigóticos e incluso inscripciones romanas.


San Esteban de Gormaz puede presumir de conservar la primera galería porticada románica en la ermita de San Miguel. Aunque tampoco se queda atrás la iglesia de Ntra. Sra. del Rivero de los siglos XI y XII. 


Desde aquí, volvemos al coche para llegar al Cañón del río Lobos, uno de los primeros Espacios Naturales Protegidos de Castilla y León desde 1985. Se paga 4€ por estacionar el coche, 2€ la moto y 6€ la autocaravana. Los accesos y aparcamientos principales son 3: Desde Hontoria del Pinar (Burgos) recorre los 25km, desde San Leonardo de Yagüe y Santa María de las Hoyas (Soria) justo en el punto medio del cañón y desde Ucero (Soria) que se encuentra a 1 km de la ermita de San Bartolomé.


Nosotros hacemos esta última: una ruta circular que va a la ermita templaria de San Bartolomé (1€ la entrada) y es muy sencilla. La pista forestal es accesible y se puede volver por ella si lleváis carrito o para personas con movilidad reducida que precisen silla de ruedas. Nosotros volvimos por la senda del río. Cruzamos el río por un pequeño puente y se abre ante nosotros una gran explanada con la ermita al fondo y bordeada por las altas paredes de este espectacular sistema kárstico que se sigue moldeando a capricho de la naturaleza. Algunas formas cóncavas de las paredes del cañón son restos de viejas cuevas llamadas bermas. Justo detrás de la ermita encontramos las Cuevas de San Bartolomé, en las que se conservan restos de grabados rupestres.


Volvemos disfrutando de un paseo otoñal bordeando el río Lobos y contemplando la vegetación del Cañón: sauces, chopos, abedules, chopos y la vegetación acuática como los nenúfares. En cuanto a la fauna es increíble la presencia de los buitres leonados sobrevolando, hay muchísimos y los verás fácilmente. Existe un mirador, pero nos informaron de que el acceso estaba cortado por obras. También hay otras aves rapaces protegidas como el búho real, águilas, halcón peregrino, azor, alimoche y lechuzas entre otras especies. 


De camino a nuestro alojamiento paramos en El Burgo de Osma que recientemente se ha sumado a la lista de pueblos más bonitos de España y también es candidato a ser pueblo Ferrero Rocher por su legado. Esta localidad tuvo una gran presencia eclesiástica, siendo desde 1342 adquiridos los derechos de la villa al Cabildo Catedral por el obispo. 


Dejamos el coche en un aparcamiento fuera de las murallas donde encontramos unas enormes letras con el nombre del pueblo y detrás la estampa más bonita del pueblo con su muralla del siglo XV, el río y la enorme catedral que asoma. Cruzamos el puente y traspasamos una de las puertas tras la que nos encontramos la estatua de San Pedro de Osma, propulsor de la construcción de la catedral, sobre un pedestal en el que dice: " Recuperadas por los Reinos Cristianos las tierras del obispado, San Pedro de Osma en el año 1101, restaura la diócesis, inicia la construcción de la Catedral, fija su sede y se funda el Burgo de Osma".  De esa catedral románica quedan pocos restos pues fue demolida para construir la gótica actual. En ella se pueden encontrar varias joyas como El Códice Beato, el Sepulcro de San Pedro de Osma y la talla del año 1100 del Santo Cristo del Milagro.


Los orígenes de su núcleo urbano son medievales y en el siglo XVIII se completa con la plaza Mayor. Algunos de sus edificios más destacados son el Hospital de San Agustín, la Universidad de Santa Catalina (actualmente hotel termal), el Seminario (actualmente alberga el museo de Semana Santa), el Real Hospicio del s. XVIII o el Palacio Episcopal con una hermosa puerta.

El atardecer nos coge en nuestra última parada antes de llegar al alojamiento y es que por nada me quería perder la imponente Fortaleza Califal de Gormaz. Enclavada sobre un cerro entre El Burgo de Osma y Berlanga de Duero, es la fortaleza musulmana de época medieval más grande de Europa con más de un km de murallas y data del siglo X, aunque fue construida sobre restos de una anterior.


Subimos por una carretera serpenteante hasta prácticamente la misma puerta. Hay espacio para pocos coches y mucha gente opta por subir andando desde la ermita de San Miguel o desde el pueblo. La ermita posee pinturas del s. XII, pero no pudimos verlas por la hora a la que llegamos. La fortaleza está completamente abierta y sin vigilancia, por lo que no hay horario de visita ni se paga entrada. 

El atardecer nos ofrece unas vistas incomparables de sus muros, el río Duero y las tierras que fueron testigos de tantas batallas entre musulmanes y cristianos. En 1087, El Cid recibe la tenencia de la fortaleza de manos de Alfonso VI convirtiéndose en su primer alcalde y señor. Con los Reyes Católicos (s.XV), pierde su carácter militar y pasa a utilizarse como cárcel.


Anochece y llegamos a nuestro alojamiento en Berlanga de Duero, primer conjunto Histórico-Artístico de la provincia de Soria. Mientras nos acercamos por la carretera, en la que se nos cruza un ciervo, vemos el castillo iluminado como si de un faro avisando de la existencia de tierra se tratase.

Cenamos algo y agotados caímos rendidos en la cama. Al día siguiente, queríamos aprovechar el día para ver lo máximo posible de esta provincia que tanto nos estaba sorprendiendo.


Recorrimos el pueblo y comprobamos que vale la pena alojarse en él, ya que no sólo tiene suficientes recursos turísticos, sino que es una zona muy buena para desplazarse y conocer los alrededores. Berlanga de Duero ha sido premiada en 2006 y 2016 con el "Premio Provincial de Turismo de Soria". 

De origen romano, fue lugar estratégico durante los siglos X y XI en las batallas entre musulmanes y cristianos por estar en la línea defensiva y fronteriza del Duero. Alfonso VI le otorga la tenencia de la villa a El Cid, convirtiéndose también en el primer alcalde de Berlanga de Duero.

Son varias de las casas señoriales que quedan actualmente las que embellecen la villa, testigos del esplendor de la época en la que muchas familias nobles habitaban en ella y gracias en mayor parte a los Tovar (más tarde marqueses de Berlanga) quienes promovieron una gran reforma urbanística. Durante el siglo XVI el castillo se reformó, se construyó la colegiata, el Palacio Ducal (en cuya torre se encuentra la Oficina de Turismo) y los jardines renacentistas, el Hospital de San Antonio y el Convento de las Concepcionistas. La calle porticada da acceso a la Plaza Mayor de clara arquitectura tradicional castellana. 

La villa de Berlanga tuvo dos murallas, la primera se conserva prácticamente intacta y es la que rodea el castillo y de la segunda queda únicamente la Puerta Aguilera. Delante la ermita de la Virgen de las Torres que formaba parte del Hospital de San Antonio (del que queda la puerta de acceso y la chimenea de las cocinas) y muy cerca el Rollo Gótico mejor conservado de la provincia y la ermita humilladero de la Soledad. A 2 km están las ruinas de lo que fue el Convento franciscano y posteriormente agustino de Paredes de Albas.


Uno de sus personajes más ilustres es Fray Tomás de Berlanga que se encuentra enterrado en la Colegiata donde se conserva un ejemplar de caimán negro que trajo de América y al que se conoce popularmente como "el lagarto". Fray Tomás fue el descubridor de las Islas Galápagos, tercer obispo de Panamá e ideólogo del Canal de Panamá. También ejerció de consejero de Carlos V, siendo un ferviente defensor de los derechos de los indígenas. Se le considera introductor del plátano en América y de la patata y el tomate en Europa. En la plaza del Mercado, frente al Palacio, encontramos su escultura y delante se abre la calle que da a su casa natal con unas bonitas y cuidadas parras en la fachada.


Cerca de esta plaza se encuentra el Centro de Interpretación de San Baudelio que nosotros no visitamos porque era temprano y fuimos directamente a la ermita.

Nos suele pasar que vas con un planning medio hecho y durante la estancia surgen o te recomiendan lugares que no tenías en tu lista, por lo que no descartamos volver a visitar la zona.

Muy cerca, en Casillas de Berlanga, se encuentra una de las joyas del románico en la provincia de Soria: la pequeña ermita mozárabe de San Baudelio del s. XI. Su fachada es humilde y austera, pero con un interior sumamente rico e interesante por su arquitectura, la columna central en forma de palmera y una serie de columnas y arcos que recuerdan a una mezquita. Estuvo completamente decorada con pinturas románicas de las que aún se conservan gran parte, algunas fueron expoliadas y he leído que algunos originales se conservan en el Museo del Prado y en el Metropolitan de N.Y. Tras las pequeñas columnas hay una curiosa especie de cueva que según nos comentaron pertenecía a la casa del ermitaño con salida junto al manantial. También hay una pequeña necrópolis rupestre medieval  en el exterior.


La entrada es gratuita, pero sí que tiene vigilancia y horario: 

Lunes cerrado (excepto festivos y vísperas de festivos).

Invierno (de octubre a marzo)

  • De martes a sábado: de 10 a 14 h y de 16 a 18 h
  • Domingos y festivos: de 10 a 14 h.

Verano (de abril a septiembre)

  • De martes a sábado: de 10 a 14 h y de 16 a 20 h
  • Domingos y festivos: de 10 a 14 h.


Nuestra siguiente parada era Calatañazor, uno de esos pequeños pueblos de calles empedradas que parecen detenidos en el tiempo y con una arquitectura singular por sus curiosas chimeneas cónicas y los tradicionales soportales castellanos en madera de sabina, tan típica de la zona. De hecho, posee uno de los bosques de sabinas mejor conservados del planeta.


Tuvimos suerte y dejamos el coche a la entrada del pueblo, junto a la ermita de la Soledad. Pasando esta ermita hay un parking en el que os recomiendo dejar el coche y no cruzar el pueblo como algunos hacían, ya que no sólo es por la cantidad de gente, también hay algunas calles en las que sólo cabe un coche y te puedes cruzar con otro que viene. Junto al castillo hay sitio para aparcar, pero no lo recomiendo. Mejor dejarlo fuera.

Conocido por ser el lugar en el que Almanzor perdió la batalla y comenzó la derrota. Tan triste estaba que se hizo popular el dicho de que "en Calatañazor perdió Almanzor su tambor" haciendo referencia a que perdió su alegría y su fama de imbatible. De hecho, sus últimos días fueron en la cercana Medinaceli.


En el casco urbano destaca la iglesia románica de Nuestra Sra. del Castillo y más adelante llegamos a la explanada desde la que se tiene acceso al castillo. La entrada es libre. Esta fortaleza se manda construir en el siglo XIV por el infante D. Pedro sobre una anterior fortaleza y como parte de un sistema defensivo de la corona real contra los infantes de la Cerda. El exterior estuvo protegido por otro recinto amurallado de principios del siglo II y del que aún se conserva una zona. Desde el interior se divisa la llanura llamada "Valle de Sangre". Se puede acceder al interior de la Torre del Homenaje, el Patio de Armas y algunas torres.


El Castillo de Calatañazor o de los Padilla tuvo propietarios de la talla de María de Molina o los Duques de Medinaceli. Enrique II de Castilla otorga el señorío de la villa a Juan Fernández Padilla y la familia establece su residencia en este castillo desde el siglo XIV. Desde lo alto de la Torre del Homenaje podían ver la plaza de la villa donde se conserva la picota o rollo, con funciones de jurisprudencia o como columna en la que se castigaba a los malhechores públicamente.

Desde aquí nos fuimos hasta el Monumento Natural de La Fuentona. Aparcar el coche cuesta 4€ que se pagan en la caseta por la que se encuentra la entrada. Un chico muy simpático nos explico el origen y las rutas. Nos indicó también que la ruta a la cascada es muy bonita por ser una de las zonas más importantes de sabina albar de Europa, pero que no esperásemos encontrarla con agua, pues no había habido lluvias y estaba seca. 

La Fuentona es un manantial de agua subterránea que ha formado una laguna y se ha convertido en el río Abión. Las galerías son muy complicadas y han perdido la vida 5 espeólogos.

Nos dirigimos hacia el conocido como Ojo de la Fuentona, que constituye el nacimiento del río, por un sendero lineal y accesible de 800 metros. Siempre yendo junto al río y pasando por algunas pasarelas de madera encontramos una desviación para ir a la cascada del Arroyo de la Hoz, pero solamente es observable si han habido fuertes lluvias, así que lo descartamos y continuamos. Al poco encontramos la Fuente de las Calabazas, una de las pequeñas fuentes que origina el mismo acuífero que da lugar a la Fuentona. Esta en concreto mantuvo poblaciones de cangrejos de río hasta los años 80 en los que un hongo acabó con ellos. Había edificada una cangrejera hasta el año 2009 que se retiró y se recuperó la fuente natural como se ve actualmente. 


Seguimos y llegamos al Ojo. Tiene forma de embudo de 30m de diámetro y 9 de profundidad desde la cual empieza una galería de 203 metros en descenso. A continuación, una cueva sin agua pero con numerosos pozos y torrentes de agua que lo hacen muy peligroso. Existe una segunda galería de la que sólo se han podido explorar hasta 100 metros. Hay todo un mundo escondido.

No podemos dejar de recomendar visitar el Pantano de la Cuerda del Pozo. Para ello debéis ir hasta el pueblo de Vinuesa y desde ahí pasar por un puente (se puede hacer en coche) junto a los restos de otro puente romano que comunicaba Visontium con Numancia o Uxama. Subiendo por la pista encontramos a la izquierda una esplanada donde es fácil ver pastando a vacas y caballos. Desde aquí se contemplan restos del pueblo de La Muedra, anegado por la construcción del embalse. Seguimos subiendo por la pista para acercarnos a la torre del campanario de la iglesia y encontramos una señal que indica hacia abajo. No hay un camino como tal, sino que vas entre árboles sin saber muy bien hacia donde. Una plaga de moscas y mosquitos hizo que desistiera de bajar hasta abajo, pero desde la carretera que va de Vinuesa a Soria encuentras un mirador justo enfrente.


Teníamos idea de ir a la Laguna Negra que quedaba cerca, pero se hacía tarde y decidimos dirigirnos a Soria donde haríamos noche para conocer la ciudad al día siguiente. Pero esto os lo contaremos en otro artículo.

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